jueves, 21 de marzo de 2013

Pensamiento sistémico vs intencional

Me encuentro que en su día, pasando camino de la uni por una obra, un trabajador de allí, feliciano y locuaz, acostumbraba a soltar algún chascarrillo, adivinanza o chiste que pretendía sustraer, siquiera brevemente, mi atención. No es un caso extraordinario, el hecho que quiero enfatizar, sin embargo, es que esa suerte de ansiedad escénica de querer, en el breve lapso de apenas un gag, llevarse el favor del público; obligaba al obrero de marras a ciertas interpelaciones que, sobre todo si estabas ensimismado en tu paseo, camino de tu rutina; podrían resultar violentas, al cabo, no me extrañaría que para cierta gente, incluso ofensivas.

Me imagino ahora siendo mujer, me veo entonces por el mismo lugar de tránsito, al choque con el trabajador, y me encuentro escuchando otro chiste, chascarrillo, incluso piropo que busca, otra vez, una sonrisa, un saludo, una breve atención, no obstante, ahora, imbuida de ciertas heurísticas ideológicas, juzgo que el comportamiento del mandril este, nomás es puro machismo. Así lo pensaría, mismamente, Tatyana Fazlalizadeh, ésta es, una artista callejera, residente en Nueva York, en su momento emprendedora del proyecto “Stop Telling Women to Smile” (Deja de decir a las mujeres que sonrían), con el cual buscaba señalizar la llamada “violencia de baja intensidad” (o micromachismos) de los hombres para con las mujeres, es decir, de piropos a interpelaciones de todo tipo que no hacen sino violentar el natural tránsito de las mujeres. Para este objetivo, decidió colgar y pegar carteles exhortatorios en zonas públicas del tipo, y por ejemplo, "Deja de decir a las mujeres que sonrían".

Luchas contra tu superioridad, tu trivialidad procurando no tener unas expectativas irreales sobre la gente, relacionarte con los demás sin una sobrecarga de parcialidad, esperanza o arrogancia, lo menos parecido a un carro de combate que te es posible, sin cañon ni ametralladora ni un blindaje de acero con un grosor de quince centímetros. No te acercas a ellos en actitud amenazante, sino que lo haces con tus dos pies y no arrancando la hierba con las articulaciones de una oruga, te enfrentas a ellos sin prejuicios, como iguales, de hombre a hombre, como solíamos decir, y sin embargo siempre los malentiendes. Es como si tuvieras el cerebro de un carro de combate. Los malentiendes antes de reunirte con ellos, mientras esperas el momento del encuentro; los malentiendes cuando estáis juntos, y luego, al volver a casa y contarle a alguien el encuentro, vuelves a malentenderlos. Puesto que, en general, lo mismo les sucede a ellos con respecto a ti, todo esto resulta en verdad una ilusión deslumbradora carente de toda percepción, una asombrosa farsa de incomprensión. Y no obstante, ¿qué vamos a hacer acerca de esta cuestión importantísima del prójimo, que se vacía de significado que creemos tiene y adopta en cambio un significado ridículo, tan mal pertrechados estamos para imaginar el funcionamiento interno y los propósitos invisibles de otra persona? ¿Acaso todo el mundo ha de retirarse, cerrar la puerta y mantenerse apartado, como lo hacen los escritores solitarios, en una celda insonorizada, creando personajes con palabras y proponiendo entonces que esos seres verbales están más cerca del ser humano auténtico que las personas reales a las que mutilamos a diario con nuestra ignorancia?
[Pastoral americana, Philip Roth]
Lo que yo pienso, no obstante, es que sondeado el caso concreto de mi histriónico obrero, con él se yerraría enormemente si se creyera que, sus más que desagradables intervenciones, lo son por culpa de una firme consideración de que las mujeres son inferiores o cualquier tipo de similar proposición, de estado disposicional, intencional, que quisiera adjudicársele del mismo jaez, por eso mismo, se puede decir que la narrativa feminista, al asignar de forma descontextualizada estados intencionales, es una forma de ceguera mental, de adjudicación a ciegas de intencionalidades sin importar lo que hay en la cabecita de adentro, nomás considera que basta el atributo de hombre para que se desparrame la cascada inferencial de qué intencionalidad hay detrás.

Llegado a este punto, sería bueno recordar la distinción que empieza a triunfar en ciertos círculos de crítica literaria (sensata y no verborreica por desmenuzable), en concreto, en poética cognitiva, personalizada en la firma de un Jerome Bruner, quien, distingue dos tipos de pensamientos en principio irreconciliables, a saber, pensamiento sistémico (que Baron-Cohen dirá ser típicamente masculino), pensamiento narrativo (atribuible, por seguir el convergente discurso de Baron-Cohen, a la mucho más empática mentalidad femenina). El primero es el usado en ciencia y sirve para desatar cascadas de inferencias y que tienen siempre por criba o criterio verificativo la verdad, el segundo por el contrario, es el que usamos para hacer atribuciones de intenciones y tiene por único criterio verificativo la verosimilitud, es decir, y en sus propias palabras, <<el objetivo que presta la verosimilitud a una historia es encontrar un estado intencional que mitigue o al menos haga comprensible la desviación respecto al patrón cultural canónico>>, un patrón cultural canónico, que es la serie de "significados negociados" que es en lo que se basa nuestro pensamiento intencionalista, la psicología folk, esto es, una red (cultural, biológica, anímicamente) compartida de conceptos que nos sirven de puntos focales a modo de marco expositivo de nuestras intenciones para con ello facilitar nuestra estereotipación en una determinada situación o contexto.
Las ciencias no tratan de explicar, apenas tratan de interpretar y lo que hacen principalmente es modelar. Un modelo es un constructo matemático que, con la adición de determinadas interpretaciones verbales, describe fenómenos observados. La justificación de este constructo matemático es única y exclusivamente que funciona
[Frase atribuida a John Von Neumann]
Ahora bien, como creo haber ilustrado en el caso del obrero, las narrativas, en primer lugar, no tienen por qué acertar en la asignación de intenciones, antes bien, pueden enturbiar su detección; y además, ojo, también sirven para sistematizar inferencias, antes bien, un modelo formal es una narrativa por formalito que se pretenda (de igual modo que el lenguaje leguleyo está escrito en un idioma, por neutro que se quiera), quiero decir,  el hecho de poder encontrar un relato que mantenga agregado toda una serie dispar de conductas y gestos, desde el piropo hasta el chistecito tonto; habilita la posibilidad de hacer una asignación industriazalida de intenciones, ahora de repente, quiero decir, a toda una serie acciones se le queda descubiertas las intenciones de sus participantes sin necesidad de entrar a hacer artesanía con el contexto. Solo que erróneamente en este caso, me temo, lo cual, invita a pensar cuál es el verdadero mecanismo, el auténtico instrumental cognitivo, que utilizamos para dilucidar estados intencionales, salvar una ceguera mental, y desde luego, no la narrativa, porque todo pensamiento comunicable es narrativa, desde el más sistémico, por tanto extenso, hasta al más específico, por tanto intenso. 

4 comentarios:

Rafael dijo...

Respecto de lo "intencional", mi admirado Castilla del Pino, afortunadamente un psiquiatra no psicologizante ni pastillero, manifestaba en su discurso de ingreso en la RAE, entre otras cosas, lo siguiente: "En psicología cognitiva el término teoría se utiliza en una acepción especial, que ha resultado sumamente útil. Teoría no es el proceso de la reflexión, sino lo reflexionado. Vemos un perro que nos mira atento. A partir de su imagen construimos una teoría acerca de él, la de que puede venir a hacernos fiestas o a mordernos, o incluso algo imposible, que simule venir alegre para atacarnos a traición. En este contexto, teoría es un conjunto de presuposiciones, implicaciones e inferencias no demostrativas surgidas tras la percepción y representación del objeto, aquí, nuestro perro. Lo que hemos hecho es "ponernos en el lugar del perro". En pocas palabras, la teoría concierne a las intenciones de las probables y futuras actuaciones del animal. Otro ejemplo podría ser el de un artilugio desconocido y del que habría de inferir para qué sirve, cómo se usa, qué riesgos puede ofrecer su manejo, etcétera".

Héctor Meda dijo...

Claro, claro, pero ¿y cómo logra alguien "ponerse en lugar del perro"? Neurona espejo. ¿Y cómo se utilizan estas tecnologías intracraneales para elaborar una ToM (teoría de la mente)?
Pista: Zendegi

Héctor Meda dijo...

Tomo nota, por cierto, de Castilla del Pino: no había oído de él hasta ahora

Rafael dijo...

De este autor hay toda una obra la suya que trata de aclarar y superar supuestos anquilosados de la práctica médica psiquiátrica imperante en los años 50 en nuestro país. Claro está, esa superación implica obligatoriamente explicitar los presupuestos teóricos que tras esa práctica, y en todas, hay. Trataré de enviarte vía scaner, el primer capítulo de su libro "Teoría de los sentimientos", en el cual habla de la relación Sujeto / Objeto, y que, evidentemente,según él, es una relación sujeto / imagen (imagen construida por el sujeto)del Objeto.