lunes, 20 de febrero de 2012

El eterno retorno

En la biografía de Robin Lane Fox sobre Alejandro Magno se habla de Grecia hace 2368 años, esto es, cuando no existía ni la redistribución de la renta, ni el abaratamiento del despido, ni la socialización de las pérdidas bancarias, ahora, eso sí:
Se habían creado "supervisores de la estabilidad común" para comprobar que ninguno de los tres mecanismos tradicionales de agitación social -la redistribución de la tierra, la liberación de los esclavos y la abolición de las deudas- se implantara en las constitución de las ciudades aliadas. Desde un punto vista externo, el balance político era convenientemente malo; Tebas se había desmoronado, Esparta era detestada por sus vecinos, que la temían debido a su historia pasada, y, de los principales poderes griegos, sólo quedaba Atenas.
Sigo:
Alejandro (...) en cuanto dominó los Dardanelos y sus ciudades, "el granero de Pireo", controló la ruta del trigo desde el Mar Negro, de la que Atenas dependía para el suministro de alimentos y de la que, por tanto, era su principal dueña. Se trataba de una relación desigual. Aunque el consejo griego aliado garantizaba las estabilidad de las ciudades griegas, los atenienses estaban tan temerosos de que (...) Alejandro pudieran interferir en las leyes de su ciudad que designaron una comisión para que recomendara protección para su democracia. Sin embargo, Filipo y Alejandro ya habían considerado que esta ciudad fuertemente amurallada era vital para sus planes, (...).

2 comentarios:

Sierra dijo...

En mi opinión, Alejandro fue un pelele; si se quiere buscar un genio político —en la medida que tal cosa no es un oxímoron—, debió ser Philipo.

Y Atenas, desde luego, Atenas...

Héctor Meda dijo...

Ciertamente yo no consideraría político a Alejandro: ¡no le dio tiempo! Fueraparte, para considerar a alguien un buen político habría que ver básicamente si su legado era sólido y perduró varias generaciones: Cesar Augusto sería tal vez la única excepción, supongo